martes, 12 de noviembre de 2013

EL SEÑOR GATICA NO MURIÓ

DICEN QUE, cuando sintió que la vida se le iba, apenas pudo gritar "Madre... Madre..."
Dicen que prendía los cigarros con billetes de cien pesos en la época en que una "Fragata" era una suma respetable.
Dicen que, cuando se cruzaba con un canillita, le rompía todos los diarios y luego le daba un billete de los grandes.
Dicen que una vez, cuando se madre de pidió dinero, se la tirò al suelo para que se tuvieran que hincar a buscarla.
Dicen...
Dicen tantas cosas que -remedando pobremente a Borges- a mi se me hace cuento todo, hasta su existencia.

SIMBOLO de una época -cabecitas negras o gorilas, siempre enfrentados nosotros, siempre blanco y negro, siempre iluminados y equivocados, dueños de la verdad-, fue un peleador salvaje, callejero, que no tenia piedad de sus rivales. 
DICEN que, a veces, hasta los hacía durar, como si fuera un acto placentero el disfrutar largamente de la victoria. Necesitó de un Alfredo Prada para que la historia se fuera concretando sobre el ring, o sea un rival que fuera su némesis, que no le tuviera miedo. Se rompieron mandíbulas, se arrancaron  dientes, se fisuraron costillas, se agarraron a las piñas en la calle y a la puerta de la Federación, dejaron gente afuera en el Luna, Perón y Evita en el ring side... 

MURIO un 12 de noviembre de 1963, tras ser arrollado por un colectivo. Dicen-siempre dicen, siempre se dice que- estaba vendiendo muñequitos-diablitos rojos- en la cancha de Independiente. Subió al 295, cayó, el micro le pasó por arriba... dicen que luego, el colectivero huyó...

DICEN, porque dicen, porque será Gatica por siempre, en los libros de Medina, en la película de Favio, en la imaginería popular.  El que pedía que lo llamaran "Señor Gatica..."

Gatica, el Mono, El Tigre, el Mazorquero, jamás podrá morir, porque es leyenda.

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